Mi ciudad imaginaria siempre está cambiando, nunca es igual a la vista de dos individuos, ni a tu propia visión. Al segundo siguiente cambiará tu perspectiva y con ella la vida que encierra en su misma.
Pero de vez en cuando conviene pararse a observar cómo la ciudad sigue su ritmo sin la necesidad de tu presencia.
LA CIUDAD CAMALEÓNICA
Cambio, pero no cambio mucho.
El color de las flores no es el mismo bajo el sol
que cuando una nube pasa
o cuando entra la noche
y las flores son color de sombra.
Pero quien mira ve bien que son las mismas flores.
Por eso cuando parezco no estar de acuerdo conmigo
fijaros bien en mí:
si estaba vuelto para la derecha
me volví ahora para la izquierda,
pero soy siempre yo, asentado sobre los mismos pies.
El mismo siempre, gracias al cielo y a la tierra
y a mis ojos y oídos atentos
y a mi clara sencillez de alma.
Poema XXIX de Fernando Pessoa.
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